Esta pandemia llegó para modificarnos de manera abrupta nuestra rutina diaria. Pero hay cosas que no cambian, que siguen igual y hasta multiplicadas. Me hierve la sangre al ver en las redes memes cargados de mensajes sobre la gordofobia en su estado más natural, mensajes con fotos del antes y el después, leer el típico “así no llego al verano”, “¿quién me va a dar bola?” e infinitas frases que circulan en las redes sociales.-
En este momento nuestra mirada tiene que estar puesta en otro lugar, pero nos preocupa más cuanto vamos a engordar que cómo llegar a fin de mes.
Todo lo que consumimos en redes está cargado de violencia. Del otro lado de una pantalla tenemos a lxs influerces dando clases de fitness, diciéndote que comer y que no comer, qué ropa usar, olvidándose que detrás de esta pantalla hay diversas realidades que no pueden vivir como ellos muestran en su mundo ideal.
En esta nota quiero preguntarles: ¿Por qué naturalizamos estos mensajes? ¿Quiénes somos para opinar sobre el cuerpo del otrx? ¿Hace falta hacerlo?. Y, en un contexto tan delicado como este, ¿por qué meternos en la casa del otrx dando consejos sobre sus hábitos cuando nadie los pidió?
Muchxs tenemos el privilegio de estar en nuestras casas trabajando o estudiando gracias a una plataforma virtual, luchando contra nuestra propia cabeza y tratando de hacer mil cosas para que el día sea un poco más corto. Es en ese momento que en nuestra cabeza retumban frases como: “tengo que dejar de comer”, eso nos da culpa y ansiedad de pensar en la consecuencia de comer. Pero tenemos que entender que socialmente construimos prejuicios relacionados con lxs personas gordxs.
Me abruma leer tantas exigencias para con nosotrxs, mantener el cuerpo, estar activxs, sin importar el contexto. Ni hablar de nosotras, las mujeres quienes debemos tener un determinado cuerpo para que la sociedad nos apruebe, el cuerpo que está en la publicidad, en las revistas donde no existe una imperfección y me pregunto ¿eso es una mujer real?
La violencia con la que se dirigen hacia nosotrxs con chistes innecesarios sobre lo que elegimos comer y la repercusión que eso tiene a la hora de conocer una persona, creer que hay que tener un cuerpo determinado para que alguien se fije en nosotroxs, es un error.
Aceptemos y tratemos de convivir con las ganas de no tener que hacer nada si es nuestro deseo, elijamos qué hacer en un contexto de encierro, respetar nuestros deseos no te hace ni más flacx ni más gordx, seamos libres de elegir. No nos dejemos llevar por lo que consumimos a través de una pantalla, quizás nuestra economía no permite poder hacer todas esas cosas.
Es muy difícil hablar del miedo a la gordura y no hay una receta que nos ayude a entenderlo o resolverlo.
Más allá de que pueden pasar infinidad de cuestiones que nos perjudiquen social y económicamente, la sociedad tiene el desafío de dejar de discriminar y excluir las corporalidades normalmente no aceptadas como son lxs gordxs. Todxs fuimos criadxs con prejuicios para unx y para con el resto, para odiarnos, subestimarnos y despreciarnos entre nosotrxs.
Los desafío a que en esta cuarentena piensen la cantidad de veces que se sintieron discriminadxs corporalmente y la cantidad de veces que ustedes lo hicieron, para entender que detrás de esa crítica injusta hay alguien que sufre. Ahora que aprendimos a lavarnos las manos, aprendamos a no opinar sobre el cuerpo del otrx.
Muy buena publicacion, para hacer una gran reflexión.
Importa mucho el que dirán y de esa forma minimizamos nuestro bienestar emocional reprimiéndolo y fortaleciendo a unos pocos con lo que quieren imponernos. Nada mas importante que nosotros mismo,cuidemos nuestras vidas y disfrutemosla como se nos da la gana. FELICITACIONES ROSARIO!