Como radical, no estoy dispuesto a dar explicaciones de un accionar que no ha sido el propio y menos aún, por parte de aquellos que pertenecientes a un sector interno, se autoperciben que son más importante que el propio partido.
Seguro que no es la mejor imagen que el radicalismo debió dar a la sociedad como tampoco, ante el resto de los integrantes de Juntos. No cabe duda que es una muestra de debilidad pero debemos denominarla correctamente. Voy a hacer un intento.
El radicalismo ha hecho recientemente, una muy buena elección y consecuentemente en estos últimos tiempos, viene creciendo. Esta situación, genera espectativas personales la que si bien se pueden entender como legítimas, de ninguna manera deben ser desmedidas.
A partir del resultado electoral, se ha recuperado musculatura precisamente para que en 2023 tengamos la oportunidad que gobierne un exponente radical.
Ahora bien, es importante marcar primero el contexto. El hecho que tomó dimensión conceptual “como fractura del bloque radical”, es a mi entender, la no integración de 12 diputados electos, al propio y ya existente bloque de diputados de la UCR.
Hacemos la distinción de “electos” porque hasta ese momento de la reunión que deciden no integrarse, carecían de la calidad de diputados dado que no habían sorteado la formalidad del juramento y posesión del cargo. La actitud de no incorporarse, demuestra un reniegue con la histórica institucionalidad radical.
Claro que actualmente la persistencia a no integrarse, implicó la existencia por un lado del Bloque UCR con 32 miembros y conducido por Mario Negri y de otro Bloque, Evolución Radical, con 12 miembros conducidos Rodrigo De Loredo que, como afirmamos en esta nota, no se integraron a la institucionalidad de la UCR, entendiendo que violentaron con esa actitud, la propia voluntad de los radicales que como nuestro caso, los impulsamos con el voto.
Venimos de ganar una elección y todas estas cosas, le hacen mal no sólo al radicalismo, sino a todo el espacio de Juntos por el Cambio en atención a que más allá de las particularidades de cada partido que integran la coalición, la sociedad ve en Juntos la posibilidad que vivir dentro de la ley y dentro del respeto republicano como democrático con la posibilidad concreta que llegado al poder, hará funcionar al Estado como la Constitución manda.
Por último, sabemos que es malo no aceptar la conducción del sector que actualmente es mayoría para caer francamente en una actitud antidemocrática.
Consideramos que ningún interés sectorial, puede estar por encima de la institucionalidad de la UCR que sin descanso, busca la unidad partidaria. Esta unidad no es solo patrimonio a alcanzar por parte de los correligionarios, sino que la sociedad en su conjunto advierte que la UCR es un actor indispensable en la construcción de Juntos por el Cambio.