Este momento histórico puede ser vital para nuestra formación y la de nuestros hijos.
En cada tiempo histórico asoman clarito algunos de los mandamientos más trascendentes. ¿Qué valores ponemos en juego cuando explicamos la pandemia? ¿Qué oportunidades tenemos como comunidad para aprender en estos contextos de tensión?
Siempre, en toda sociedad, se ponen en tensión los deseos individuales y los lazos colectivos. En los sistemas capitalistas la lucha no solo es desigual, más bien es avasalladora. Todo el tiempo el “mercado” llama a nuestros deseos materiales y todo, desde el comienzo, parece ser una carrera hacia el consumo y el placer personal. “Mi aprendizaje”, “mi carrera”, “mi trabajo”, “mi dinero”, “mi campo”, “mi auto”, “mi ropa de marca”, “mi viaje”, etc. Cada vez que levantamos la vista miramos lo colectivo sólo como un campo minado y competitivo de anhelos en pugna.
¿Y lo colectivo? ¿Dónde quedan los mensajes que hablan del bien común y de la existencia de un prójimo que nos cobija? ¿En dónde anidan las frases y las reflexiones acerca de un “nosotros” que nos reúne como miembros de un país común?
En estos tiempos de pandemia, es lógico transitar por la exasperación de unos y otros. Los que sienten “que pierden” la libertad de su individuación y la (ilusión) de su capacidad ilimitada de elegir; y los que supeditamos mucho de lo personal en aras de cuidar al “todo”. ¿En dónde se enseña que “el todo es más que la suma de las partes”?
En cada tiempo histórico asoman clarito algunos de los mandamientos más importantes de la época. Qué lindo poder enseñarle a tus hijos que algo de lo personal debe ¿sacrificarse? ¿atenuarse? ¿solidarizarse? con los cuidados y la protección del bien común.
¡Qué linda oportunidad para re-humanizar con valores frescos una cena en familia! ¡Qué buena chance para re-interpretar nuestros lazos de grupo!
Tal vez, quien te dice, este aprendizaje nos abra las puertas a otros compromisos más adelante. Nos esperan las responsabilidades viales, tributarias y ambientales, etc. Pero eso, por ahora, es solo un deseo.
Seguimos pensando.-
*Por Diego Manusovich, escritor y Lic. en Ciencias de la Educación.
dmanusovich@gmail.com