Seguramente les pasa que frente a una fuente de comida, siempre quieren servirse más, o cuando compran un paquete de galletitas, no pueden parar hasta ver el fondo, o cuando van a un cumpleaños, no pueden medirse con la picada.-
Julieta Direnzo. Licenciada en Nutricion. UBA MN5955 MP1797.
No se trata de no querer sino que, nuestros comportamientos está diseñados por la genética y por la cultura.
Desde nuestra genética estamos diseñados para completar lo que tengamos adelante. Somos monos completadores. Desde la teoría de la evolución, sabemos que, salíamos a cazar y no teníamos certeza de cuándo sería nuestra próxima comida.
Cuando había, se comía todo para cuando no hubiera, como una manera de sobrevivir frente a los grandes periodos de escasez y hambruna. Esta forma, este comportamiento, se grabo en nuestros genes y le permitió a nuestra especie, sobrevivir y evolucionar.
El problema comienza cuando frente a un ambiente donde nos encontramos hoy, con alta disponibilidad de comida en cantidad y variedad, esa genética se sigue manifestando. Muchos científicos y estudiosos de este tema nombran a la obesidad como parte de la adaptación de esta genética al medio en el que nos encontramos.
Por otro lado, estamos marcados por la cultura, el periodo de escasez del que la mayoría de nosotros venimos. Los inmigrantes, la pobreza.
Situación socioeconómica que nuestros abuelos nos trasmitieron. Seguramente les habrá pasado, que la abuela les dijo: “no se deja comida, los chicos del África no tienen para comer y vos tiras la comida”, “para dejar esa porción no dejes nada”, sin dejar de mencionar la gran cantidad de comida que se prepara cada vez que nos juntamos a festejar.
En parte, todo esto, marca nuestro comportamiento.
Sumémosle a lo mencionado que, la forma de dar amor de muchas de nuestras familias, es o era, a través de la comida. Y allí aparecen otros dichos como: “no te gusto, por eso no querés más?”, “Mamá te lo hizo con todo el amor, cómelo”. “Si no comes, mamá no quiere más”.
Todos esos comportamientos van dejando huella de conducta en nuestro cerebro. Huella por la que transitaremos cada vez que tenemos comida delante.
Pero, hay algo más que explica el porqué no podemos parar de comer.
Hay teorías psicológicas que explican la ley de cierre. Nuestro cerebro necesita cerrar tareas. Así como nos queda pendiente la tarea de hacer un trámite cuando no lo podemos terminar. Así quedara pendiente el paquete de galletitas o la porción extra de carne si la deje en la cocina y ni que hablar, si esta delante de nuestros ojos.
Todos estos motivos, explican el por qué la genética, y el ambiente marcaron nuestros comportamientos. La mala noticia es que la genética no se puede cambiar. La buena es que, si se puede cambiar el ambiente.
Por lo que, el trabajo de cambio de hábitos no está puesto en buscar la manera de juntar voluntad para comer 2 galletitas de un paquete de 20. Sino en cambiar el paquete de 20 para poder frenar a tiempo.
Los invito a seguir mis consejos sobre cambio de hábitos sin dietas extremas en @comerconciencia y la próxima semana en la columna semanal de @lanoticiaurbana 102.1